the new

Arthur C. Danto
"Sólo pretendo presentar mi producto, que la gente lo compre, y que todo sea agradable"
Jeff Koons
JEFF KOONS:
1.- catalogado por algunos como el mayor de los cínicos que ha dado la historia del arte cuyos intereses no tienen nada que ver con la problemática del arte sino única y exclusivamente con la fama y el enriquecimiento personal.
2.- catalogado por otros como el artista que de forma más lúcida y efectiva ha sabido poner de manifiesto los conflictos y contradicciones de la sociedad posmoderna en el cambio del milenio.
Como su nombre sugiere “New Hoover Convertibles, New Shelton Wet/Drys 5-Gallon, Double Decke” consta de dos pares de aspiradoras presentadas en una caja transparente de metacrilato iluminada desde la parte inferior por varios tubos de luz fluorescente. La obra, concebida en 1981 y ejecutada en 1986 forma parte de su conocida serie “The New” compuesta básicamente por diferentes modelos de aspiradoras expuestas sin estrenar. Con esta serie Jeff Koons alcanzó un enorme reconocimiento y popularidad a nivel mundial además de consiguir dividir la opinión de críticos y teóricos acerca de su obra.
Señalaba Stéphane Mallarmé en su artículo “Los Impresionistas y Manet” (1) que los impresionistas propusieron una nueva forma de visión de la obra de arte basada en una liberación de los condicionantes de la memoria. La pintura impresionista debía contemplarse como un simple ejercicio de experiencia óptica, bajo una mirada ingenua para percibir la realidad tal y como se hiciera por primera vez.
Jeff Koons, mediante la serie The New, provoca en el espectador la fascinación por las cosas simples y maravillosas como son estos llamativos artefactos y propone una visión ingenua del mundo tal como la pudieran experimentar los niños. Para este fin, Jeff Koons se opone radicalmente a las restricciones opresivas y las limitaciones de las jerarquías del gusto y a los prejuicios y convenciones que aprendemos como adultos. En este sentido Koons cuestiona en la serie de aspiradoras “The New” los criterios del buen y el mal gusto, pauta que va a será una constante a lo largo de su trayectoria artística.
El antropomorfismo de estos objetos junto con la idea de la novedad como un estado virgen de la inocencia infantil, que Koons explota deliberadamente en estas obras, parece tener sus raíces en la propia infancia del artista. La aspiradora es uno uno de los electrodomésticos más animados y aparentemente mágicos que un niño llega a conocer en sus primeros años de vida. Koons ha recordado a menudo la impresión de fuerza y potencia que el aparato provocaba en él cuando era un niño. La aspiradora es un objeto que estaba estrechamente asociado al mundo de los vendedores de puerta en puerta. Forma parte de la realidad del estereotipo de la cultura suburbana de la clase media americana de los años 1950 y 1960, ámbito en el que creció Koons.
La coherencia formal de la obra es incontestable, como también es incontestable la espectacularidad de su brillo, de su colorido y la belleza de las líneas redondeadas y resplandecientes de los objetos expuestos tras la urna de metacrilato. Pero no nos queda más remedio que reconocer que una de las intenciones de Jeff Koons con “The New” es, como ha sido una constante en toda su carrera, sencillamente la de provocar… Provocar como ya lo hiciera Marcel Duchamp en 1917 con su fuente-urinario firmado bajo el seudónimo de R. Mutt.
Podrían buscarse muchas afinidades entre la serie “The New” y el precedente protagonizado por Marcel Duchamp aunque si se analizan con detenimiento ambas experiencias veremos que responden a dos realidades bien distintas. Marcel Duchamp, con su actitud provocadora quiso mostrar su desilusión ante las formas tradicionales del arte (pintura y escultura) como medios de expresión, y su rechazo frente a la idea de que el arte y el artista tienen una "naturaleza especial" distinta a la de los hombres y objetos ordinarios. El gesto de enviar a la exposición un producto comercial fabricado en serie y firmado por un “artista” inexistente se opone radicalmente a la sacralización de la obra de arte como "creación única e irrepetible" salida de las manos de un "genio". Este desafío antiartístico proponía romper con las barreras del arte y ampliar sus horizontes.
Jeff Koons, en cambio, no pretende nada de eso. Aunque Koons posee algunos puntos en común con Duchamp como son el empeño por la provocación y el grado de sarcasmo con el que presenta y defiende sus obras, existen demasiados elementos divergentes entre ambos discursos.
En primer lugar, no busca romper ninguna barrera, lo único que pretende es conseguir dinero y fama, algo que él reconoce abiertamente y sin reparos pero con una enorme carga de cinismo.
En segundo lugar, no sólo no se opone a la idea expuesta por Duchamp de renunciar de la condición demiúrgica del artista sino que la ha fomentado hasta extremos impúdicos.
En tercer lugar, a diferencia de lo que hiciera Duchamp con su Fuente, Koons otorga valores estéticos a una pieza como la aspiradora a partir de sus simples cualidades visuales y formales. En palabras de Jeff Koons: “me atraían estas aspiradoras simplemente por su brillante colorido y su maravilloso aspecto metálico”.
Y demás añade: “Mi trabajo usará todas las oportunidades posibles. Empleará todas las trampas posibles y hará todo – realmente todo – para comunicar y ganar la atención del espectador” (2).
En efecto, la simple contemplación de estos rutilantes objetos provoca un cierto placer visual, pero esta apreciación no queda sólo en el ámbito estético. Más allá de puros y simples objetos, las obras de Jeff Koons alcanzan el ámbito social; son un reflejo crítico y provocativo de lo que se busca y se desea en nuestra sociedad. La clave es poner al espectador en el centro de la discusión: la fascinación visual que las obras generan en sus espectadores es justamente la “trampa” a la que se refiere Koons. La misma trampa en la que la industria del consumo nos hace muchas veces caer, haciéndonos fascinar por objetos sólo por lo que éstos parecen, o nos hacen parecer ante los demás.
De la sociedad de consumo, economía de mercado y la cultura de masas se pueden extraer unas reglas básicas de funcionamiento que todo el mundo conoce. ¿Y por qué el arte no iba a hacer Jeff Koons o cualquier otro artista uso de estas estrategias de marketing y herramientas de publicidad que inundan otros ámbitos culturales?
Desde la época del Renacimiento, en la que el artista comienza a salir del anonimato y a gozar de reconocimiento artístico, hasta nuestros días, se han multiplicado los casos de Artistas-Estrella que no sólo consiguieron un enorme reconocimiento social y artístico en su momento sino también un gran enriquecimiento personal. La motivación del artista a la hora de concebir o realizar una obra siempre obedece a dos causas fundamentales: La vanidad o el Dinero (o ambas juntas).
Rafael Sancio, a principios del s.XVI, era considerado una de las personas más ricas de Roma y poseía un taller con más de cien empleados.
Velázquez tuvo como mayor obsesión ascender socialmente en la corte de los Austria y se sirvió de la práctica artística para tal efecto.
Vang Gogh, en cambio, persiguió hasta la locura algo análogo como es el Reconocimiento que no es otra cosa que una manifestación piadosa de la Vanidad.
Jeff Koons fue el primer artista que contrató una agencia de publicidad para darse a conocer, también fue el primer artista en rodearse de profesionales como asesores de imagen. Él afirma orgulloso que no posee estudio (entendido a la manera tradicional) sino que su trabajo se desarrolla en una oficina desde la que controla toda una empresa multinacional denominada “JEFF KOONS” dedicada a la producción artística (algo que, por otra parte, tampoco es novedoso). En realidad Jeff Koons, según sus propias palabras, no se considera artista sino empresario o ejecutor de obras de arte (aunque la interpretación de tales afirmaciones habría que ubicarla dentro del contexto de la ironía, el sarcasmo y el cinismo que siempre rodean sus declaraciones)
¿Por qué hay que reprochar entonces a un artista que pretenda hacerse rico con su trabajo como hace Jeff Koons?
En su serie The New, Koons trabaja con el deseo del público norteamericano por los nuevos productos de consumo. Por otra parte, también es cierto que Jeff Koons entiende el arte como un gran negocio, adopta todos los mecanismos de la economía de mercado y la publicidad, utiliza sus íconos y sus símbolos, aprovechando la enajenación y la ignorancia de una comunidad dominada por sus necesidades de consumo, que además está aturdida por el bombardeo de los medios. Pero como diría el propio Koons ante esa circunstancia y con toda la razón del mundo “…pues ése no es mi problema”
Puede resultar algo palpable que en las atropomórficas aspiradoras de Koons existe un componente sexual implícito que se basa en el poder de seducción y el deseo de la novedad inmaculada (no olvidemos que todas las aspiradoras que componen la serie The New son completamente nuevas, sin estrenar). La idea de Koons es la de rescatar estas piezas del uso para el que fueron construidas y preservarlas en su virginidad para la eternidad, preservarlas en su función de absorber la suciedad, como una metáfora mística de la trascendencia y la inmortalidad. Porque lo más interesante en la obra de Koons quizás radique en el empleo de una turbadora mezcla de componentes antagónicos como son el misticismo y la sexualidad, el mercantilismo salvaje y la promesa religiosa de la inmortalidad, el deseo morboso y la contemplación de la realidad basada en la ingenuidad infantil…. Toda una mezcla de ingredientes con un aglutinador común: el cinismo más descarado.
(1) "The Impressionists and Edouard Manet" por Stéphane Mallarmé título del artículo publicado en una revista inglesa en 1874-1876 y de la que se ha perdido el original en francés.
(2) “La Espuma de los Días” Entrevista a Jeff Koons a cargo de Marieia Sentís para la revista de arte contemporáneo LAPIZ, nº 61 (octubre de 1989)