ARTE Y APROPIACIÓN

De entre todas las expresiones artísticas que surgen con la llegada de la posmodernidad el llamado Apropiacionismo se manifestó de la manera más heterogénea y dispersa. Tanto los artistas europeos de la Transvanguardia y el Neoexpresionismo como los norteamericanos Julian Schnabel y David Salle ya recurrieron a reutilizar y descontextualizar elementos propios de la historia del arte en la elaboración de sus eclécticos discursos. Pero serán SHERRIE LEVINE y RICHARD PRINCE, con sus fotografías manipuladas, los que llevarán al más alto grado de singularidad la idea de apropiación y cuestionamiento de la autoría en la práctica artística. En realidad el Apropiacionismo tiene sus orígenes en una exposición llama “Pictures” en la cual
el crítico Douglas Crimp invitó a participar a algunos artistas como los propios Levine o Prince que no trabajaban con imágenes originales sino que se apropiaban de otras ya existentes dándole así un significado propio diferente al original.
La obra de Sherrie Levine, desde comienzos de la década de los ochenta, consistirá en
fotografías re-fotografiadas de obras muy conocidas de artistas masculinos como Walker
Evans, Eliot Porter o Alexander Rodchenko.
En su serie “After Walker Evans” (1985), Sherrie Levine, se limitaba a fotografiar y firmar por ella misma una serie de fotografías originales de Walker Evans (fotógrafo documentalista de la primera mitad del siglo 20). De este modo, la autora se apropia descaradamente de una imagen artística cuestionando los conceptos de originalidad, autoría y aura en la obra de arte. Según ella misma, no cabría hablar de falsificación ni de copia sino de un concepto nuevo denominado “apropiación” consistente en el empleo consciente de elementos pertenecientes a otras obras artísticas, bien de su misma época o bien de épocas precedentes, para desarrollar parcial o completamente una obra que firma como propia. Richard Prince se apropia de todo un repertorio de imágenes pertenecientes a una campaña publicitaria de Marlboro llena de cowboys y escenas típicas del western americano. Prince se limita a recortar o alterar muy levemente dichas imágenes y a eliminar toda referencia a la marca publicitaria. De este modo, la imagen, al carecer de su contexto, pierde su sentido y significado pasando a adquirir otro totalmente nuevo. En este caso, se podría afirmar que es posible que ya nos encontraramos con este tipo de operación dos décadas antes en el ámbito del Pop Art (Warhol, Lichtenstein u Oldemburg). Lo novedoso radica en el ejercicio de reflexión por parte de Prince en torno al concepto de significación y adulteración del lenguaje mientras que las operaciones propias del pop-art de la década de los sesenta simplemente suponían una experiencia eminentemente visual o estética.