La denominación Young British Artists responde más bien a planteamientos de índole comercial y de marketing que a aspectos puramente artísticos para definir a un grupo de artistas que surgió en la escena inglesa en la década de los noventa. La londinense galería Saatchi presentó en 1992, con gran aparato mediático, una exposición en la que se reunía a una serie de jóvenes creadores con nuevas propuestas que despertaron gran interés entre el público y la crítica. Sus obras se caracterizaron por la obsesión por despertar provocación e incluso escándalo entre el público, el empleo de materiales propios del arte Pop o del arte Povera como el neón y piezas lumínicas, materiales de deshecho y objetos encontrados a modo de ready-made. En virtud de los discursos planteados en sus obras se podrían concebir dos grandes grupos de artistas suscritos a este movimiento. Por un lado se encontraría un grupo de artistas con propuestas basadas en una búsqueda del impacto hacia el espectador y apoyadas en fuertes campañas mediáticas como Damien Hirst, Tracey Emin, Sarah Lucas o James & Dinos Chapman y, por otro lado, un grupo de artistas con trabajos menos provocadores pero quizás más rigurosos e interesantes. Entre estos artistas nos encontramos con Liam Gillick, Rachel Whiteread, Steve McQueen, Tacita Dean o Douglas Gordon.

Damien Hirst es, sin lugar a dudas, el de mayor proyección del grupo y uno de los artistas vivos más cotizados a nivel mundial. Se dio a conocer a principios de los noventa con obras que presentaban cadáveres de grandes animales conservados en urnas con formol. Más tarde, y siguiendo con el tema de la muerte como argumento de fondo, presentó For the Love of God, consistente en una calavera humana con diamantes incrustados.

Tracey Emin, británica de origen turco, tuvo una infancia y adolescencia traumáticas, hecho que ha sido motivo de recurso constante en el desarrollo de su obra la cual posee un marcado carácter autobiográfico. Al igual que D. Hirst, S. Lucas o los hermanos Chapman, Tracey Emin se dio a conocer en el contexto artístico a través del escándalo. En su obra Everyone I have ever slept with, consistenete en una tienda de campaña en la que su interior contiene una lista con todos los nombres de las personas con la que se ha acostado la artista, muestra con la mayor crudeza su rabia, su dolor y su yo herido.

Más previsibles y menos interesante son los trabajos de Sarah Lucas, como el crucificado realizado con cigarrillos o Los hermanos Chapman con sus Desastres de la Guerra, colección de los conocidos aguafuertes de Goya manipulados gráficamente.

Dentro de otro grupo de artistas suscritos a este movimiento londinense nos encontramos trabajos de un mayor rigor como el de Liam Gillik. Se trata un artista controvertido, críptico y difícil de comprender. Al igual que Rachel Whiteread, parte del lenguaje postminimalista, para montar grandes instalaciones en las que la arquitectura adquiere gran protagonismo. Á pesar de ser inglés fue invitado por Alemania para intervenir en su pabellón de la última edición de la Bienal de Venecia con gran acierto. La obra tuvo su punto de partida en el proyecto de reforma para el pabellón alemán diseñado por Arnold Bode en 1957, proyecto que nunca se llevó a la práctica. En esta ocasión Liam Gillik expuso una macroestructura modular de muebles de cocina, presidida por la inquietante figura de un gato.