La Academia de Bellas Artes de Düsseldorf es bien conocida por haber producido muchos artistas reconocidos mundialmente, desde Joseph Beuys o Gerhard Richter, hasta Thomas Demand o Thomas Schutte. Pero es en el campo de la fotografía, con la influyente la labor docente de Bernd y Hilla Becher, en el que han alcanzado grados de renovación estética hasta ese momento desconocidos. Esta renovación ha venido de la mano de una generación de artistas nacidos en torno a la década de los cincuenta/sesenta que tiene a Thomas Ruff, Andreas Gursky, Thomas Struth o Candida Hoffer como sus máximos exponentes. A lo largo de la década de los ochenta se dan a conocer a nivel internacional, coincidiendo en los hallazgos estéticos con los representantes de la escuela de Vancouver al otro lado del atlántico. Dentro del contexto alemán supondrían la alternativa más clara y más antagónica al Neoexpresionismo, presentando trabajos que destacaron por la frialdad, la austeridad formal y estilística y un profundo rigor conceptual.
Los primeros trabajos de Thomas Ruff, consistieron en realizar retratos humanos obsesivamente neutros y sobrios, radicalmente inexpresivos. Todos los retratos fueron hechos en las mismas condiciones de luz, ejecutados de forma aséptica y científica. Porque como dice el propio Ruff: "... Si las cosas son como parecen "¿por qué he de intentar que parezcan distintas?" Sin embargo, Ruff no siguió dedicándose durante mucho tiempo a este ámbito temático y abordó también muy pronto los medios digitales. Desarrolló numerosos grupos temáticos en los que siempre se enfrentaba a la fotografía como medio de comunicación, muchas veces de forma crítica.

Una actitud fotográfica diferente a la de Thomas Struth, que goza de gran reconocimiento internacional gracias a sus “fotógrafos de museo”, sus calles, retratos y paisajes. En un primer momento, sus imágenes parecen seguir la tradición documental pero, si se las analiza a fondo, se trata de mucho más: a Struth le interesa el vínculo entre las formaciones socioculturales y los elementos psicológicos inconscientes.

De entre todo este grupo, Andreas Gursky es el que se ha apartado en mayor medida de los preceptos de los Becher. Sus obras, de marcado carácter maximalista, se caracterizan por su gran monumentalidad y espectacularidad, el empleo de formatos de grandes dimensiones y el recurso de los medios digitales en la edición de sus fotografías.

También formado en la escuela de Dusseldorf, Thomas Demand, aunque use la fotografía como recurso final de expresión, no se considera fotógrafo ni reconoce ninguna relación con sus coetáneos anteriormente citados. El trabajo de Demand se basa en la construcción de mundos virtuales representados a través de maquetas que son fotografiadas. Al final del proceso, la maqueta es destruida y queda la fotografía como testimonio de la obra artística.